Jordi ha sufrido mucho el tiempo que estuvo en la calle. Lo abandonaron en una colonia de gatos comunitarios en el barrio de San Lorenzo. Un día, alguien que lo encontró, movido por la pena pero sin mucho conocimiento, lo movió a otra colonia donde sabía que la cuidadora lo iba a mantener bien. Lo que no sabía, es que los gatos no admiten ese tipo de cambios tan fácilmente y son territoriales por lo que en ambas colonias sufrió agresiones y peleas. Cuando lo recogimos, estaba lleno de heridas y evidentemente tenía mucho miedo. Pasado un tiempo, descubrió que nosotros le íbamos a tratar bien y que estaba seguro, así que nos mostró su lado más bueno y cariñoso. Si vienes a conocerlo, te enamorarás seguro.